(Microrrelato) Nadie.

Buenas….

Disfrutadlo:

María volvía a casa después de un duro día trabajando en el bar. Se encontraba bastante cansada después de servir mesas en ese mal pagado trabajo de verano.

“maldita sea, ya pillara yo un curro en condiciones… quién me mandaría dejar los estudios” así pensaba la joven mientras arrastraba los pies por la escalera, destrozada de cuerpo y mente, como la mayoría de los jóvenes con contratos basura.

Eran las ocho de la tarde, así que se sirvió una coca-cola fresca mientras la bañera se llenaba. Se puso una buena dosis de buena música en la cadena musical, mientras esperaba que cayera el caliente líquido.

De repente, el grifo de la bañera se cerró. Al dejar de oír cómo caía el agua, María fue rápidamente a investigarlo.

“Qué extraño…¿se habrá roto el grifo?”

Sin embargo, el grifo estaba perfectamente cerrado, y al abrirlo, volvió a caer agua con normalidad.

-¿Hay alguien en casa?-Gritó: era algo normal no saberlo cuando tenías 4 hermanos y 2 padres trabajando.

Pero nadie respondió.

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Por si acaso, María, algo intranquila, miró por toda la casa.

Pero no había nadie.

“Bueno, lo habré imaginado, nada más. Estoy demasiado cansada”

Volvió al baño, donde se desnudó y penetró en el agua caliente y jabonosa.

-Ahhh… Esto es el paraíso…-Musitó. El baño le alejaba el estrés de la jornada, y alejaba los pensamientos que le rondaban en la cabeza, dirigidos hacia su jefe,

“Vaya cerdo, todo el día mirándome el escote. Nos hace vestir como putas”.

En ese momento, la música bajó de volumen de forma clara. Esto la sobresaltó:

“Maldita cadena, ¡Se habrá roto el botón!” Pensaba intranquila.

Pero la música bajó hasta el tope… Para volver a subir a un volumen algo irritante. De repente se comenzó a escuchar la radio, cuando estaba puesto un CD.

-¿Ha…hay alguien en casa? ¿Hay alguien ahí?- Casi gritó, de forma nerviosa.

Pero sólo se escuchaba la radio. No contestaba nadie.

-Pedro, como seas tú te mato-Chilló, pensando que se tratase de su hermano menor, al que comúnmente llamaba ”El grano en el culo”.

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Mas nadie contestaba.

Cubriendo su desnudo cuerpo con una toalla, se dirigió, temerosa, hacia el salón, donde se encontraba la micro cadena, que había cambiad de nuevo de la radio a un cassete que se encontraba en ella (fácilmente reconocible por el mal gusto de su hermana mayor al elegir música) el volumen se tornó a ratos insoportable, mientras María andaba por el pasillo, desde el cual vislumbraba la luz encendida del salón, cuando debía estar apagada. El sonido se volvía ensordecedor mientras se acercaba despacio. Hasta que llegó a la puerta, y en un esfuerzo por calmarse, se asomó.

La cadena enmudeció.

Allí no había nadie.

La luz se apagó.

Pero no había nadie.

María, se encontraba visiblemente nerviosa, cuando oyó el agua correr: se había dejado el agua abierta. Corrió hacia el baño pensando que se podría desbordar la bañera. Cuando entró en el baño, recordó que, claramente, lo había cerrado antes de ir al salón.

En ese momento, ante ella… El grifo se cerró.

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Pero allí no había nadie.

La luz se apagó

Pero allí no había nadie.

Pedro y Raúl llegaron a casa.

-María, ¿has llegado ya? Gritaron, pues la cadena musical estaba a todo volumen, y veían el agua salir desde el baño formando un gran charco en el pasillo.

-¿María?

Pero allí no había nadie.

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